Editorial

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Y falló la Corte

Al cumplirse con el último protocolo del fallo de la Corte Suprema de Justicia, que era su publicación en la Gaceta Oficial, se cierra un capítulo lleno de tristeza, malestar y con un horizonte incierto.

Todo producto por la mala y apresurada acción de un legislativo y ejecutivo, que provocaron el levantamiento del pueblo en rechazo de una ley que si bien es cierto se demostró vía la Corte, que violaba 25 artículos de nuestra Carta Magna, pero que ducho mal accionar sólo dejará como víctima al ministro de comercio.

Y que va a pasar con los diputados que votaron a favor, volando también la constitución, o con el presidente que al sancionar la ley también se convierte en objetivo judicial.

Pero sabemos que estamos en Panamá, dónde nadie juzga a nadie porque carecen de moral para hacerlo. El legislativo investiga y juzga al presidente, pero cómo pedir un juicio a un ente que está plagado de corrupción.

Ahora bien, veamos quienes son los grandes perdedores en esta crisis a todas luces innecesaria. En primer lugar, tenemos a ese más de medio millón de pacientes que perdieron sus citas médicas que, aunque se repongan, vieron interrumpido su tratamiento, los que no recibieron sus medicamentos de manera oportuna y los que esperaron tanto tiempo por una cirugía, ahora deben seguir esperando para ser reprogramados.

Otros grandes perdedores son los cientos de miles de estudiantes que, aunque hoy reinician sus clases, el tiempo perdido no será recuperado.

La ministra de educación Maruja Gorday de Villalobos, jamás debió dejarse imponer las condiciones de la diligencia magisterial, eso la hace lucir débil frente al adversario.

Cuando uno va a una negociación, lo hace en igualdad de condiciones, dónde las cosas son 50 y 50; pero usted ministra demostró que el ejecutivo se encuentra en totalmente grado de indefensos.

Tenemos un gobierno que camina en tinieblas, dando tumbos y que solo trata de atinar mantenerse para llegar al final de su gestión.

Otro gran perdedor es el país pues le dijimos no a una actividad comercial que bien manejada, hubiera sido un gran impulso a nuestra economía, pero fueron malos vendedores de un proyecto que pudo significar grandes cosas para nuestro desarrollo.

Y por último, los trabajadores directos o indirectos de la mina que en menor o mayor tiempo, irán quedando sin trabajo ante el cierre inminente de la empresa. Cosas para aprender.

Nuestra verdad sin importar a quien le duela.